Como cada año, anoche, los “Fallaires Lauredians” salieron para rodar las “falles”, recorriendo toda la ciudad para finalizar en la plaza de la Germandat donde se representa el Baile de fallaires.

El primer documento escrito en que se habla “falles” que se ha encontrado data de 1906 y es uno de los relatos del folclorista catalán Salvador Armet, conde de Carlet, donde narra un viaje a Andorra que realizó el verano de 1905 y describe la quemada de “falles” la noche de San Juan.

El 23 de junio de 1987, un grupo de jóvenes recuperó esta tradición en Andorra la Vella, nunca olvidada. Lo hicieron con “falles” de corteza de abedul tal y como se había hecho antiguamente.

Por la tradición histórica de la fiesta y su singularidad y vitalidad, el 23 de junio de 2010, el Gobierno de Andorra incluyó las fallas de Andorra en el Inventario general del patrimonio cultural como fiesta de interés cultural, patrimonio inmaterial de Andorra.

Año tras año la fiesta de las “falles” se ha ido recuperando y logrando mayor presencia y protagonismo en otras poblaciones del Principado: en 1997 en Sant Julià de Lòria, en 1998 en Encamp, en 2000 en Escaldes-Engordany, y en 2018 en Ordino.

El 1 de diciembre de 2015, las fallas fueron reconocidas internacionalmente. La Unesco incluyó la fiesta en la Lista representativa del Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad gracias a la candidatura multinacional Las fiestas del fuego en el solsticio de verano en el Pirineo, integrada por 63 pueblos de Andorra, España y Francia.